La Comunidad, Pedralba y la agricultura 

Actualmente se riegan unas 1.387 ha ( 13,87 Km²) de cítricos, frutales y olivos con riego localizado, distribuidas en 2.301 parcelas pertenecientes a 626 comuneros. 

Pedralba es una localidad situada en la parte suroriental de la comarca de la Los Serranos, que limita con los municipios de Bugarra, Liria, Benaguacil, Villamarchante , Cheste y Casinos. 

Dista a la capital de provincia (Km) 35 con una superficie (Km²) 58,85 y una densidad de poblacion (hab/Km²) - 2020 es de 47,82 

La población del municipio en 2020 es de 2.814 habitantes y su economía es básicamente agrícola, fundamentada en la antigüedad por la vid, con la cual Pedralba se ganó el título de "cuna del vino" y actualmente la naranja. El sector industrial apenas está desarrollado. 

Con estos datos es fácil inferir la importancia de la Comunidad de Regantes en el municipio,  con la participación de más de 600 familias ( si establecemos un cálculo de 2.5 habitantes por unidad familiar, podríamos inferir que unos 1.500 habitantes , un 55% de la población estarían relacionados con la Comunidad de   Regantes) 

La Junta de Gobierno de la Comunidad de Regantes, es consciente del incalculable valor histórico y práctico de las Comunidades de Regantes, en las que los agricultores se agrupan con la única finalidad de autogestionarse, para distribuir el agua de riego de un modo eficaz, ordenado y equitativo 

Con el objetivo de que el escaso recurso del agua pueda ser distribuido con el máximo rigor, se hace necesario potenciar a las Comunidades de Regantes en su funcionamiento y responsabilidades, para que vayan asumiendo competencias, y dirigir sus acciones hacia la eficacia hidráulica y medio ambiental, así como del desarrollo de una agricultura sostenible. Para ello, resulta fundamental que se pueda realizar una eficaz gestión agronómica, basada en una asesoría permanente en todos los aspectos de las prácticas de cultivo y, muy en particular en las relativas a un mejor conocimiento de las relaciones suelo-agua y suelo-agua-planta, con carácter generalizado. La primera sería la correcta aplicación del agua a las plantas o, lo que es lo mismo; la utilización del método de riego más apropiado. La segunda, resulta de especial interés en las zonas deficitarias de agua, como ocurre en España y otros países mediterráneos, donde los riegos son generalmente escasos por falta de agua. Se deberían conocer cuáles son las fases del desarrollo vegetativo de los cultivos donde existe mayor sensibilidad ante un déficit hídrico temporal, por sus efectos sobre las pérdidas de rendimiento. Todo ha de orientarse a la mejora de la administración de los recursos disponibles, especialmente en las regiones en las que, como ocurre en el Levante español y en muchas partes del globo, estos son muy limitados, tanto debido a inclemencias climáticas o periodos de sequía como a las demandas cada vez mayores para otros usos que pueden ser prioritarios, como ocurre con los abastecimientos a las poblaciones. 

La agricultura del siglo XXI ha de caracterizarse por ser un modelo de Agricultura Sostenible, basada en dos principios fundamentales: a) “competitividad” (el agricultor ha de utilizar unos medios de producción y unos canales de comercialización que le permitan vender sus productos a precios competitivos, para poder vivir con su familia de esta actividad, y b) “no agresiva al medio ambiente” (deberá conservar los recursos naturales, como son el suelo y el agua para que puedan ser utilizados por las generaciones futuras). La primera consecuencia de esta agricultura del futuro es, que, el agricultor necesitará de un asesoramiento casi permanente sobre, cuáles son los input en los que se podría reducir su aportación a los cultivos (ej: laboreo, fertilizantes, fitosanitarios en general, etc.), y cuáles son los factores de producción que resultan imprescindibles para conseguir unas cosechas competitivas desde un punto de vista cualitativo, más que cuantitativo. 

En esta situación que se plantea que las Comunidades de Regantes tienen ante sí el reto de orientar a sus asociados sobre la mejor forma de emplear los caudales de agua disponibles y enseñarles a usarlos con la máxima eficiencia, complementando esta tarea con el control de las cantidades de agua utilizada por los agricultores 

Su función principal es la distribución de agua a las parcelas de su zona regable y además, con la aplicación de la Directiva Marco del Agua, las comunidades de regantes han pasado a ser responsables del cuidado de los ecosistemas asociados al agua, lo que conlleva como consecuencia una necesaria apuesta por las acciones ( formativas, divulgativas, de control, etc) encaminadas al uso racional de la misma y reducir la demanda de agua de su regadío. Estas actuaciones, deben ir orientadas hacia la modernización de las infraestructuras de transporte y distribución, así como en los sistemas de aplicación de agua en parcela y la implantación de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs) en la gestión del regadío.